Adoro la lluvia. Adoro el otoño.
Cómo hoy ha sido un día complicado, podría seguir con un estado de ánimo igual de complicado, pero voy a cortar la dinámica.
Cuándo hoy volvía a casa desde el trabajo llovía, de forma suave, continua, con esa belleza curiosa y magnética que dan los días nublados, frescos. ¿Cuándo dejamos de fijarnos en estas pequeñas cosas? ¿Por qué lo hicimos? La belleza de las pequeñas cosas.
Adoro el otoño por ese contraste que comienza a emerger en el clima, en la flora, en las personas. Todo se transforma dejando paso a mi estación favorita: el invierno.
La gente odia el frío, y, por el contrario, a mi me hace tener una sensación fantástica, consigo ser plenamente consciente de la vida, de una forma presente, sin pasados, sin futuros.
Andar por la montaña, mientras la brisa te despeja la mente, mientras notas ese fresco en la cara, sin nada más...es bello.
Hilando a lo anterior, en algún momento dejamos de fijarnos en lo pequeño, en lo que aporta riqueza interior, plenitud, nos contaminamos, nos metimos de lleno en la "sociedad", siendo una oveja más de un rebaño que tiene de líderes al dinero y el poder. Aunque, ¿quién no quiere dinero ni poder?.
Los seres humanos somos muy complejos, a la par que muy simples. Creemos ser inteligentes, una especie superior, dotada de derechos innatos por encima de cualquier otra especie, dueña de la Tierra, explotadora de todos los recursos, en posesión de la verdad, previsibles, avaros, crueles, inconscientes, egoístas, falsos, hipócritas, carentes de valores.
También existen una especie diferente de personas, que son como faros. Sirven de guía, son luz en la tormenta, tienen una naturaleza noble, servicial, solidaria, altruista y...esa gente es un regalo.
Adoro a esos faros.
Tengo una naturaleza extraña. Los faros me ven y de repente me iluminan. Ellos no ven su luz, cosa normal ya que tú tampoco verías una luz que sale de ti para iluminar al resto. Pero yo la veo, la reflejo. Soy la Luna y ellos son el Sol.
Esos faros no son grandes construcciones, normalmente forman parte de una vida sin grandes emociones, sin ser los favoritos, los guays, sin excesos, sin tener muy claro qué pintan aquí, pasando desapercibidos. Y fum! los veo. Es magia.
¿Cuándo se perdió la magia? ¿Cuándo dejamos de soñar? ¿Por qué ya no hacemos lo que nos apetece? Vaya timo este sistema.
Vivo en un mundo de postureo, de grandes egos, de superficialidad, dónde a veces me cuesta mantener mi esencia, pero, curiosamente, siempre la mantengo.
Adoro a mi familia. Y no es una frase típica. No sólo mi familia de sangre, sino todos los que están conmigo porque quieren/porque quiero. No diría que soy una persona fácil, a veces soy muy muy cabezota, intransigente, prejuiciosa, tradicional, recta, la vida se ha encargado de aleccionarme cuántas veces me he creído más lista de lo que debía, y todas las veces me he levantado.
Adoro a los animales. Es lo más cercano al cielo que conoceré. Con ellos soy yo, sin cargas, sin nada más. Lo supe desde pequeña. Iban a ser parte de mi. En mi casa no teníamos grandes cosas, pero siempre teníamos animales. Hámsters, gatos, perros, pájaros...de todo. Aprendí a respetarlos, a darles su espacio, a comprenderlos.
Últimamente estoy reduciendo mi ingesta de carne con el fin de convertir mi dieta en vegetariana. Cada día llevo peor pensar que están matando animales para que coma, que son producidos sólo para comer, con un nivel de sobrexplotación insostenible. La teoría la tengo muy clara, pero la práctica me está costando.
Acabaré con una serie de cosas que también adoro, ya que llevaba tantos años sin escribir, que se me hace hasta raro y no sé si volveré a hacerlo, borraré la entrada en una semana o si me engancho a escupir aquí mis divagaciones que sirven de terapia.
Adoro la música, a las mentes brillantes, las montañas, los ríos, a los animales, a mi familia, a mis amigos, adoro conducir sola dejando la mente libre, mi cama, dormir (pero sólo duermo 5/6 horas diarias), adoro a la gente buena, la bondad, la solidaridad, la paciencia, el amor, el cariño.
Adoro que me iluminen.
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